Por Venancio de León
Si entendemos por espiritualidad «el modo como el hombre siente su relación con Dios, la manera especial de sentirse hijo de Dios y de saberse amado por El», podemos afirmar que cuanto nos transmitió Don Bosco, y más en concreto su Sistema Preventivo se puede identificar como espiritualidad salesiana»: nuestro modo particular de santificarnos y de colaborar apostólicamente a la redención. En efecto, las actitudes que el Sistema Preventivo comporta, el sacrificio que entraña, la ascesis a que somete, las aperturas humanas y religiosas que exige, las fuentes de que se alimenta (el amor de comunión con Dios y los jóvenes, la fe siempre disponible y la esperanza segura en la salvación), son el modo salesiano de vivir y sentir la santidad en medio de los jóvenes. Un hecho que está ahí y que todavía hoy continúa.
Actualmente hablamos con frecuencia de «espiritualidad salesiana» y de «espiritualidad de Don Bosco». Pero ¿fue Don Bosco un maestro espiritual?, ¿podemos hablar con propiedad de espiritualidad salesiana? No obstante, algunos titubeos fundamentados, ha ido madurando la convicción de que Don Bosco fue y es un gran Maestro espiritual, aunque no siga el esquema de los maestros tradicionales.
Nuestro Padre no fue un escritor de espiritualidad, pero sí que fue un maestro que creó una determinada escuela de espiritualidad. Ofrece, efectivamente, una determinada manera de leer y vivir el Evangelio; acentúa unas determinadas virtudes (caridad, trabajo, templanza, pureza, piedad,..); vive con predilección algunas verdades cristianas (Cristo buen pastor, Cristo amigo, Dios Padre, Iglesia, María auxilio de los cristianos, vida de gracia, sacramentos, vocación…); se consagra a un particular servicio juvenil para poder llevar a los jóvenes a las más altas metas de santidad; se sirve de determinadas prácticas sencillas y cotidianas; subraya algunas características: optimismo, alegría, espíritu de familia, iniciativa, sentido de Iglesia…
Tales rasgos no los encontramos expuestos sistemáticamente en un tratado de espiritualidad. Están presentes en sus escritos pedagógicos, en su propia experiencia espiritual y en su vida diaria con sus muchachos y salesianos. El mismo dio el nombre de Sistema Preventivo a su concreta experiencia pedagógica y espiritual.
ACTITUDES DEL BUEN PASTOR HACIA SUS OVEJAS:
- acogida: que es facilidad de encuentro, cercanía, interés;
- diálogo: que es escuchar a los jóvenes y saber responder a sus preguntas; comunicar nuestros valores y enriquecernos de los suyos;
- responsabilidad evangelizadora para llevar la verdad salvífica a sus personas y a sus grupos;
- mediación: que supone llegar al corazón sin sombra de protagonismo, y estar entre ellos con gran amor;
- formación continua, cualificación para evitar una pastoral superficial de puro entretenimiento.