El filósofo Federico Nietzsche acusaba el Cristianismo de ser una religión triste, una religión que mortifica la vida y mata la alegría. Y a los cristianos nos reprochaba que tengamos como insignia la cruz, símbolo de muerte.
Es claro que Nietzsche no nos conocía bien. El gran anuncio que el apóstol Pablo lanzó al mundo griego y romano no fue de muerte ni de tristeza, sino de vida. Y aquellos pueblos, sedientos de vida, se abrieron al anuncio del apóstol y se hicieron cristianos. Todo el Nuevo Testamento es un anuncio de la victoria de Cristo sobre la muerte, ¡anuncio de Resurrección!

En estos días de la “Semana mayor” los católicos, con derroche de arte y gran devoción, enarbolamos la cruz del Señor y celebramos la pasión y muerte de Cristo. Pero la semana no termina con el “santo entierro”, no termina el viernes con lágrimas en los ojos. El sábado aguardamos en silencio y esperanza junto al sepulcro de Cristo, hasta que en la madrugada del domingo estalla la luz de la Resurrección. Es el triunfo del Señor, el triunfo de la vida. 9 9 Dios no es un Dios de muerte, sino de vida. Y nosotros no estamos hechos para la muerte, sino para la vida.

Es cierto que San Pablo escribe: “Dios me libre de gloriarme, si no es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6,14). Pero, si nos gloriamos de la cruz, que los hombres usaron para dar muerte, es porque Dios la transformó en instrumento para dar vida, vida eterna a todos los que creen.
Cuando era jovencito, yo vivía en un país en el que la Pascua era celebrada con gran gozo. La gente enviaba postales a parientes y amigos con palabras de felicitación, igual que en Navidad. Esas postales llevaban dibujos simbólicos: campanas al vuelo, ramos florecidos, huevos de pascua, un corderito… En ese entonces yo no entendía su significado; pero ahora creo entender:

- Las campanas son las que difunden por el mundo el anuncio de la Resurrección, la alegre noticia de la victoria de Jesús sobre el odio y la muerte.
- El ramo florecido indica que ya pasó el invierno oscuro y frío del pecado, y que ya es primavera para la humanidad; que ya el amor y la vida reverdecen y florecen en los corazones.
- El huevo de pascua indica que, así como el pollito rompe el cascarón y sale a la vida, de igual modo Jesús rompió los sellos del sepulcro y resucitó glorioso.
- ¿Y el corderito? Es claro: Jesús es el Cordero inocente que fue inmolado en la cruz por nuestra salvación y que ahora, vivo, intercede por nosotros ante el Padre.
¡Ánimo, pues, hermanos católicos, salgamos a las calles este Domingo para gritar al mundo que Cristo ha vencido y ha inaugurado un mundo nuevo.
P. Sergio Checchi
