(Por: Marlon Morales)
Juan Bosco quería ser un sacerdote misionero. Así es que un día se encontraba Juan Bosco repasando un mapamundi con su mirada, planificando cuál sería el destino de su anhelada misión; entonces llegó a aconsejarlo José Cafasso.
José María Cafasso (1811-1860) es el patrono de las cárceles italianas. Fue proclamado así debido a que en ellas pasó buena parte de su vida, orientando espiritualmente a los privados de libertad. En las cárceles desarrolló una atenta capacidad de escucha, junto con la habilidad para acercarse estrechamente a perpetradores de múltiples delitos. Esas competencias las practicaba también en el Colegio Eclesiástico de San Francisco de Asís, en Turín, donde Cafasso dictaba la cátedra de teología moral desde que tenía 24 años.
Apenas cuatro meses después de su ordenación sacerdotal, José Cafasso ingresó al Colegio Eclesiástico, del cual llegó a ser Rector. El objetivo de esa institución era formar a los sacerdotes jóvenes y prepararlos para diversos ambientes de la populosa sociedad industrial de Turín: fábricas, hospitales, reformatorios, cárceles y barrios marginales donde abundaban jóvenes carentes de atención.
Don Cafasso se distinguió, además, por hacer de su vida un “ministerio sacerdotal”. Es decir, que dirigió a muchos sacerdotes principiantes para hacerlos entendidos en moral y predicación. Entre esos novatos a los que impulsó estaba Juan Bosco, a quien otorgó media beca para estudiar en el seminario y posteriormente lo exhortó a ingresar al Colegio Eclesiástico, donde Cafasso era instructor, financiando de nueva cuenta sus estudios. Hasta entonces Caffasso había sustentado económicamente buena parte de los estudios de Juan; pero al tenerlo consigo en el Colegio Eclesiástico, adicional a ser su benefactor se convirtió en su formador. Su mentor. De lo cual se resaltan a continuación tres características.
José Cafasso, en primer lugar, era un excelente comunicador. Poseía capacidad para escuchar y para aconsejar. Podía establecer lo mismo una plática con una persona adinerada (puesto que él había nacido en una familia acomodada), podía ser bien recibido entre los reclusos a los que frecuentaba o conversar con niños huérfanos y pobres, como era Juanito Bosco a los doce años el día en que se conocieron. Tanto así era el impacto de su mensaje, que el pequeño Juanito siempre recordaría la amabilidad con lo que lo trató aquél sacerdote joven ese dichoso día. Don Bosco describió que Cafasso se hacía notar por su calma, perspicacia y prudencia.
En aquella breve primera conversación Cafasso invitó al niño de doce a visitar el templo. Desde entonces hicieron una amistad que perduró para siempre. Hasta sus últimos días Cafasso estuvo pendiente del desarrollo de Don Bosco y sus demás alumnos. Es esa la segunda característica a destacar: su cercanía. Estuvo presente con sus muchachos. De forma auténtica se dedicó a los jóvenes sacerdotes, a quienes dirigía con solidez para perfeccionar sus conocimientos espirituales y además practicarlos al visitar a los necesitados donde estos estuvieran. Fue en las fábricas, las plazas y en los mercados donde Caffaso llevó a Don Bosco que este último encontró las almas para su oratorio.
Es de mencionar su don de consejo como tercera cualidad de mentor. Derivado de su capacidad de escuchar y seguimiento, no es de extrañar que Don Cafasso conociera muy bien las habilidades inherentes de sus muchachos, sus potencialidades, incluso mejor que algunos de ellos mismos. Es el caso del mismo Juan Bosco quien consultaba aquella vez el planisferio y aprendía idiomas para convertirse en misionero. José Cafasso le llamó la atención a Juan Bosco de que su misión no estaba en un lugar distante, sino con los jóvenes de los barrios marginales de allí mismo en Turín.
Seguramente esas tres cualidades mencionadas anteriormente las aprendió Don Bosco de su mentor, junto con muchas otras que hoy podemos decir que hacen parte del estilo de Don Bosco para hacer un proyecto de vida. Gracias a que Don Cafasso supo identificar ciertas aptitudes y gracias a que Juan Bosco escuchó el consejo de su director espiritual, Don Bosco fundó una institución que hoy está presente en 130 países (probablemente más de los que estaba pensando alcanzar a visistar aquél día con el mapamundi en sus manos) con proyectos en lugares tan remotos de Guatemala como: Carchá, Chisec, Poptún, Fray Bartolomé de las Casas, El Estor, Semají, El Manantial, Zona Reyna e Ixcán. Es tan amplio el alcance del estilo de vida de Don Bosco gracias a la perspicacia de su mentor, que supo formarlo y aconsejarlo.
En 1950, Don Cafasso fue propuesto como modelo para aquellos sacerdotes dedicados a la confesión y dirección espiritual, debido a que acompañó hasta el patíbulo a más de 50 condenados a la pena capital. Tenía 49 años en 1960 cuando falleció el 23 de junio. Los oficios fúnebres estuvieron a cargo de su pupilo Don Bosco.
En esa línea de acción, nuestra Asociación de Antiguos Alumnos y Alumnas de Don Bosco (AAADB) provee orientación vocacional a sus miembros mediante exalumnos profesionales universitarios destacados que guían a los interesados en las áreas de conocimiento en las que tengan inquietud. La orientación se realiza en grupos (anualmente a estudiantes del colegio salesiano Don Bosco) e individualmente. Interesados pueden contactarse con nosotros.